Como quema el sol. La piel de mis manos brotan bajo su tocar. Sucias.... Mis manos.... Pero la mugre es, para el que sabe veer, lo que dejo el rito del paso. El rito del paso al que sufre, al que rie, al que busca, al que aprecia, y al que deja ir aquello que aprecia. Esa mugre son las huellas que deja el camino andado, y tambien son las huellas que dejaron aquellas carreteras que decidimos no caminar. Esa mugre es el pavimiento en el cual la vida suele andar.
Como seca el frio. Haciendo temblar mi ser, bajo su besar. Temeroso.... temeroso queda mi ser; bajo las fuertes sacudidas al recipiente de carne y hueso que lo contiene. Mi alma ampollada no le teme por el danio, le teme por la memoria. El saber que tras su aliento esta el acuerdo que hacemos con la soledad. Ese temor es ver cara a cara a nuestros remordimientos olvidados. Pero tras los ojos del pesar tambien existe una avenida oposita a la cual queremos olvidar.
Da pena que por verguenza nos lavamos las manos, y que por cobardia nos arropamos. E ingenuamente nos quejamos por que el sol sigue quemando y el frio secando. Sin saber que para vivir, una pequenia parte de nosotros tiene que morir.
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